Pasó la niña como una guirnalda
de los abriles de su andar valiente,
pasó la niña, despertó a la gente
con el revuelo de su roja falda.
Y por sus años, que rondaban veinte,
y por sus ojos como la esmeralda,
nos hizo a todos estirar la espalda
por ver su cuerpo desfilando enfrente.
Ni un comentario se escuchó a su paso,
hubo un silencio que marcó respeto,
y en cada uno se guardó un secreto...
luego volvimos a la barra, al vaso,
era la niña de aquel barrio muestra,
era de todos, de la gente, nuestra
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