La soledad del tren,
aquella media luz,
aquel atardecer
y allá, tan lejos, tú;
y el rápido vagar
del tren buscando el mar,
y en la vieja estación
mi roto corazón,
y tu voz al gritar:
nunca te he de olvidar,
y tus ojos que allí
sé que lloran por mí.
Qué es lo que hago aquí
siempre hablando de ti
con gente extraña que no
me entiende ni entiendo yo,
y mientras me gano el pan,
mis pensamientos se van
volando hasta el andén
por regresar en el tren.
La soledad del tren,
la lluvia en el cristal,
todo parece estar
hablándome de ayer
a mí que en la estación
me dejé el corazón,
cuando por prosperar
me fui del monte al mar,
y aunque viviendo aquí
sigo soñando allí,
no pierdas, no, la fe,
que un día volveré.
Qué es lo que hago aquí
siempre hablando de ti
con gente extraña que no
me entiende ni entiendo yo,
y mientras me gano el pan,
mis pensamientos se van
volando hasta el andén
por regresar en el tren
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