A veces las palabras se envilecen
en rápido y continuo recorrido
y se quedan varadas, sin sentido
de como se amontonan y se crecen.
Y se tiñen de gris en el olvido
cuando huecas y vanas, languidecen,
y ni expresan, ni cuentan, ni convencen
en el torpe pregón de su latido.
Pero a veces recobran nuevamente
su mágico papel de ser el puente
por donde desgranar el sentimiento;
dependen del motivo, del momento,
de quien las interpreta y quien las siente,
del que sabe tratarlas con talento
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