Se te fueron cayendo por el suelo,
rosario de perlitas, una a una,
las viejas ilusiones de la cuna,
las rotas ambiciones del anhelo,
y te quedaste sola, sin ninguna,
aquella madrugada, cuando el cielo
miró bajo la noche de tu pelo
y descubrió dos lágrimas de luna.
Yo no quiero, no puedo consolarte,
estoy lejos de ti, como si fuera
reliquia del ayer, punto y aparte;
yo no puedo ayudarte aunque quisiera
porque tú eres principio y yo después,
porque estás al derecho y yo al revés
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