Compañera de antiguas irrealidades
entre medias de cuentos y de verdades,
unas veces en sombras, anochecida,
otras veces haciendo de Sol y vida.
Prisionera del alma y del pensamiento,
deshauciada en el aire, herida al viento,
rota a fuerza de sueños que a veces tiene
y que están por venir, pero no vienen.
Mal que bien se mantiene firme y erguida
en un rincón del alma, medio escondida,
en mitad del camino de la añoranza;
y aunque a veces parece que se suicida
resucita al momento, casi enseguida...
la esperanza es así, siempre esperanza
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