Adentraste el perfil de tu mirada
por aquel intrincado vericueto,
llevabas el silencio y el respeto
al final de tu rápida escalada.
Y según desvelabas el secreto
te hiciste navegante de la nada,
aquello te asustó y en retirada
volviste hasta el principio de tu reto.
Y dejaste de hacerte las preguntas,
y se fueron marchando todas juntas
a revolver en otro dormitorio;
y se llenó de paz tu calendario,
porque a veces pensar es el sudario
que nos baja de un salto al purgatorio
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