No me digas que te has vuelto a enamorar,
¡pero hombre! tú no tienes solución,
tan vivido, tan gastado, cuarentón
y te pones como un crío a suspirar.
Con tu viejo y legionario corazón,
con tus ojos, apagados de mirar,
te me pones tan romántico a soñar
asomándote al amor en tu balcón.
Pues no sé lo que decirte, si es verdad,
los caminos al hotel felicidad
hoy están tan abiertos como ayer,
mas los precios por vencer la soledad
van subiendo poco a poco con la edad
y es difícil que los puedas sostener
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