Qué difícil resulta abandonar
la imagen que nos dio la primavera,
qué penoso arriarse la bandera,
hacer una maleta y renunciar.
Qué difícil pararse en la escalera,
escoger el momento y acabar,
qué fácil es pasarse sin pensar
que ha llegado la hora y que no espera.
Nos queremos hacer tan prorrogables
que inventamos excusas infumables
y engañamos al tiempo si es preciso;
pero claro y rotundo es el aviso;
se fue la juventud: imperdonable
que siempre se nos vaya de improviso
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