Fueron otros caminos los primeros,
volaban en el aire otras esencias,
arañaban el alma otras creencias
envueltas en estados verdaderos.
Estos campos que habitan mis vivencias,
que despliegan al paso sus senderos,
son campos de ciudad, invernaderos
donde todo se viste de apariencias.
No creo que ese árbol que me guarda
sea algo más que la réplica bastarda
de aquel de antes de ayer, majestuoso;
no creo que ese río silencioso,
a pesar de lo verde de su orilla,
sea algo más que una pobre alcantarilla
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