Nos vimos bajo la llovizna,
en el rincón del viejo bar,
tus ojos eran la ceniza
de un fuego que no quiso durar.
La taza humeaba en la mesa,
silencio frío entre los dos,
la despedida era certeza,
latía un duelo en la voz.
El tiempo, cómplice callado,
nos vio querernos sin temor,
hoy es testigo resignado
del lento adiós con el rencor.
Las manos tiemblan al rozarse,
y el eco amargo del ayer
parece aún querer quedarse
en este último café.
Nos vimos bajo la llovizna,
en el rincón del viejo bar,
tus ojos eran la ceniza
de un fuego que no quiso durar.
El tiempo, cómplice callado,
nos vio querernos sin temor,
hoy es testigo resignado
del lento adiós con el rencor.
Las manos tiemblan al rozarse,
y el eco amargo del ayer
parece aún querer quedarse
en este último café.
Las manos tiemblan al rozarse,
y el eco amargo del ayer
parece aún querer quedarse
en este último café
(Letra y música: J De Lucas)
(Voz: A. Bernal)
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