domingo

LA PENA QUE SIEMPRE VUELVE


 En esa hora tranquila del momento 
cuando a solas se queda el sentimiento, 
miré pasar las penas y sabía 
que aquella del final era la mía.  

Sombría, aquella pena parecía 
seguirme con la noche y con el viento, 
y sobre mi cabeza pretendía 
querer anochecer mi pensamiento.  

Y yo volví a perderla y alejarla 
haciendo de mí mismo, pirueta, 
cabriola, torbellino, marioneta...  

mas supe que aunque pude rechazarla, 
la pena, cualquier noche, volvería, 
porque no era de nadie, sólo mía

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