sábado

EL ALMA EN UNA TARDE


Me miraste a los ojos, limpiamente, 
con ese tenue azul conque me miras, 
dibujaste en el aire las espiras 
de tu verdad desnuda, transparente. 

Y borraste del aire las mentiras 
y pintaste en los ojos una fuente 
cegadora de todo lo indigente, 
bastión de mis engaños y mis iras. 

No me ofrezcas el alma en una tarde, 
date cuenta que en un instante arde 
igual que un fuego fatuo, la arboleda; 

guarda un poco del alma en tu vereda, 
vuélvete menos franca, más cobarde, 
si das entera el alma, ¿Qué te queda? 

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