Alrededor del ruido del enjambre
con el peso liviano de la carga,
hay momentos propensos a la amarga
sensación de marchar por el alambre.
Por un hilo desnudo que se alarga
encima del cemento y del estambre,
ser muñeco de trapo y de raigambre
esperando con miedo la descarga.
Pero quién nos eleva y quién nos hunde,
pero quién nos humilla y nos confunde
y nos pone un alambre por alfombra;
qué espectáculo triste ver la sombra
de uno mismo, temblando vacilante,
esperando caer a cada instante
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