jueves

VIVIR SIN VERSE


 No se acostumbraron
a vivir aislados
ni tu amor ni el mío,
mas no se olvidaron,
y crecieron lejos,
tan desarraigados
como flores muertas
en un jardín raro. 

Se nos marchitaron
los ojos, las manos,
los brazos incluso
por nunca abrazarnos,
se nos arrugaron
sin besos, los labios,
se nos escondieron,
se hicieron pedazos.

No se acostumbraron
por más que quisieron,
nuestras pobres vidas
a este amargo duelo:
vivieron, vivieron
como vive un álamo,
solitario y triste,
desnudo, apagado.

Como los cipreses
de algún cementerio,
que vivieron siempre
rondando a los muertos,
vigilantes fuertes
de todo el silencio,
de la mala suerte,
del más largo Invierno. 

No se acostumbraron,
y así fueron sólo
nuestras vidas, ecos
tan faltos de todo...
se fueron gastando
sin saber el cómo,
en un mar de lágrimas,
un mar doloroso.

Un viento doliente
con aromas viejos
que viene al presente
y se queda quieto,
contemplando sólo
dos seres extraños
que a vivir sin verse
no se acostumbraron

No hay comentarios:

Publicar un comentario