lunes

EL HOMBRE QUE ESPERA


Llegó desde muy lejos hasta el valle
compró una casa blanca junto al río
al pie de las montañas...

Cubiertas de rocío y perezosas
dormían las violetas,
en la ribera de chopos amarillos...

Plantó en aquel rincón un sauce y un ciprés
y en una sombra fresca un avellano,
en los ribazos, lirios y azucenas
y en el patio naranjos...

Vistió con mil geranios los balcones
y en la puerta un rosal de rosas blancas,
y se vistió su traje de domingo
y se sentó a esperarla...

Pensaba que en cualquier momento
ella llegaría,
consultaba su reloj
y sonreía...

se fue borrando lentamente
el sol en el sendero
y se durmió pensando en ella
junto al fuego.

Pasó la primavera y el verano
las lluvias del otoño y del invierno,
la nieve en las montañas...

entró timidamente y sin permiso
el sol por las ventanas,
crecía hierba buena en el camino,

seguía en el rincón el sauce y el ciprés
y en esa sombra fresca el avellano,
en los ribazos, lirios y azucenas
y en el patio naranjos...

Aromas de geranio en los balcones
y en la puerta el rosal de rosas nuevas,
volvió a vestir su traje de domingo
en cada primavera...

Pensaba que en cualquier momento
ella llegaría,
consultaba su reloj
y sonreía...

se fue borrando lentamente
el sol en el sendero,
y envejeció pensando en ella
junto al fuego.

Pensaba que en cualquier momento
ella llegaría,
consultaba su reloj
y sonreía...

se fue borrando lentamente
el sol en el sendero,
y envejeció pensando en ella
junto al fuego.

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